
Hace tiempo que me habían hablado de una nueva ruta en Oviñana, en la que vas recorriendo los maravillosos acantilados del Cabo Vidio. Así que, aprovechando el bonito día de otoño que se nos presenta, decidimos ir a conocerla.
Detalles de la ruta ⥨
☙ Ubicación: Oviñana, Cudillero, Asturias
☙ Ubicación: Oviñana, Cudillero, Asturias
☙ Itinerario: Cabo Vidio - Playa de Peñadoira - Playa de la Cueva - Playa de Vivigo - Playa de La Vallina o del Gallo - Oviñana - Mirador del Sablón - Cabo Vidio - Playa de Portiella - Puerto Chico
☙ Distancia: 10 km aprox. ida y vuelta
☙ Distancia: 10 km aprox. ida y vuelta
Iniciamos la ruta en el Faro del Cabo Vidio, ubicado en Oviñana, Cudillero. El faro se encuentra enclavado en el Cabo del mismo nombre, al borde de unos acantilados de 80 metros de altura y dentro de un recinto amurallado.
Un poco antes de llegar a él hay un pequeño aparcamiento en el que dejamos el coche.
Tras rodearlo a pie, comenzamos la ruta por sus acantilados, parándonos en los diversos miradores que hay para contemplar la bonita costa asturiana y, ya de paso, todo el recorrido que nos espera por delante.
El cartel de inicio nos indica que la senda es de apenas 2 kilómetros, pero nosotros la vamos a ampliar unos cuantos kilómetros más. Nuestra idea es descender desde los acantilados a la playa e ir pasando de una a otra, hasta llegar a la playa de La Vallina, regresando luego por los pueblos de Oviñana y de nuevo por lo alto de los acantilados.
Para hacerlo de este modo es necesario que la marea esté baja, si no, no podremos pasar de una playa a la otra. Así que, conociendo la hora de la bajamar, y tocándonos madrugar un poco, llegamos a Vidio justo con la marea baja.
Avanzamos y enseguida llegamos a la primera playa, la playa de Peñadoria. El contraste que se crea entre lo oscuro de las piedras y el turquesa del agua le da un aspecto precioso.
Desde lo alto vemos una bajada que nos llevaría hasta la playa, pero finalmente decidimos seguir un poco por aquí arriba y descender en la siguiente playa.
Desde lo alto vemos una bajada que nos llevaría hasta la playa, pero finalmente decidimos seguir un poco por aquí arriba y descender en la siguiente playa.
En pocos metros llegamos a lo alto de la playa de la Cueva, una pequeña playa en forma de concha.
Nos acercamos hasta el caminito en forma de zigzag y con bastante desnivel que nos conduce hasta ella y ¡allá que nos vamos!
A medida que vamos descendiendo ya podemos ver las bonitas formaciones que la bajamar deja al descubierto.
Estas playas no son de arena, sino que son de cantos rodados. Y es entonces cuando mi marido empieza con sus historias de pescador y de los kilómetros que se mete por caminos así y lo que cansa. Y la verdad es que tiene razón. Aunque estas piedrecitas dan un aspecto precioso a la playa, caminar por ellas se hace un poquito complicado y cansado.
Y mientras sigue con sus historietas, nos acercamos hasta al final de la playa, la punta del Gallo, donde vemos unas curiosas cuevas.
Desde aquí cruzamos a la siguiente playa, la playa de Vivigo. Hay que tener cuidado porque las rocas resbalan bastante y hay zonas con algo de agua, por eso es importante llevar un calzado adecuado.

Desde esta playa no hay acceso de salida, pero en su acantilados vemos unas cuerdas que suponemos son de escalada.
Mientras el sonido del mar Cantábrico nos envuelve, seguimos el viaje y llegamos a una zona de rocas que tenemos que cruzar para poder acceder a la última playa del día.

Llegamos a la playa de La Vallina, también conocida como playa del Gallo. Es una playa estrecha y bastante alargada que sólo puede recorrerse con la marea baja. En ella desemboca el río Vivigo.

Tras unos pocos pasos nos encontramos con una pequeña sorpresa a nuestra izquierda. Un antiguo molino de agua metido justo en la playa y con una cascada a su lado. Es el Molín de Pulido.
Pero antes de acercarnos a él damos un paseo por esta alargada playa.
Con las piernas ya algo cansadas de tanta piedra, regresamos al molino para seguir con nuestro viaje. Pero antes, una última mirada atrás para contemplar la bonita panorámica de la playa, de la cual el molino es testigo.
Con las piernas ya algo cansadas de tanta piedra, regresamos al molino para seguir con nuestro viaje. Pero antes, una última mirada atrás para contemplar la bonita panorámica de la playa, de la cual el molino es testigo.
Subimos por un camino a la derecha de la cascada que nos conduce hasta otro molino, también en buen estado.
Comenzamos ahora un tramo de subida que nos va ofreciendo unas vistas espectaculares de las playas por las que hemos caminado.
Seguimos subiendo y atravesando un bosque de pinos mientras que algún que otro huésped sale a recibirnos.
Nuestros pasos nos llevan hasta el pueblo de Vivigo. Lo atravesamos y avanzamos hasta Riego Arriba (Oviñana) y posteriormente hasta Riego Abajo (Oviñana).
Tras recorrer los pueblos y hacer una parada para comer, volvemos a la zona de los acantilados, en concreto al mirador de la Cueva.
Tras recorrer los pueblos y hacer una parada para comer, volvemos a la zona de los acantilados, en concreto al mirador de la Cueva.
Desde aquí ya se puede regresar al faro pero nosotros giramos a la izquierda para dirigirnos al mirador del Sablón, que no pudimos ver antes al habernos desviado del sendero y bajar hasta la playa.
Sentándonos en el banco admiramos la playa de Vivigo y de La Vallina a nuestra izquierda, y la playa de la Cueva, Peñadoria y el Cabo Vidio a la derecha. ¡Inmejorable!
Regresamos sobre nuestro pasos y nos encaminamos, ahora sí, hasta el Faro Vidio, parándonos de nuevo en los miradores para ver otra vez las playas, ahora con la marea casi alta.
De vuelta al punto inicial, echamos un último vistazo a los acantilados a ambos lados del faro.
Ya en el coche, y aprovechando que aun es temprano, nos dirigimos a Portiella y Puerto Chico, situado a muy pocos kilómetros.
Bajamos por la carretera, que está bien señalizada, hasta llegar a una cetárea situada enfrente de la playa de Portiella, y desde donde podemos ver el túnel que nos da acceso al puerto.
Aparcamos el coche junto a la entrada al pedrero.
Bajamos por la carretera, que está bien señalizada, hasta llegar a una cetárea situada enfrente de la playa de Portiella, y desde donde podemos ver el túnel que nos da acceso al puerto.
Aparcamos el coche junto a la entrada al pedrero.
Con las olas rompiendo con fuerza sobre las rocas, nos dirigimos hasta el oscuro túnel para cruzar al otro lado y llegar a Puerto Chico. Hay que tener cuidado a la salida porque hay aviso de desprendimientos de piedras. Aunque hay una malla de sujeción, nosotros intentamos mantenernos alejados de la zona.
Y con la marea subiendo y cubriendo la bonita playa de Castrillón nos despedimos de Cudillero por hoy.
¡Hasta pronto!
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