Corta y sencilla ruta de molinos tradicionales de harina que da comienzo en Cuevas del Agua, aldea riosellana a la que se llega atravesando un gran gruta natural conocida como La Cuevona.
Detalles de la ruta ⥨
☙ Ubicación: Cuevas del Agua, Ribadesella, Asturias
☙ Itinerario: La Cuevona - Cuevas del Agua - Molinos - Cuevas del Agua
☙ Distancia: 10 km aprox. ida y vuelta
Nuestro camino mágico de hoy nos lleva hasta el concejo de Ribadesella, en concreto, a la pequeña aldea Cuevas del Agua. Para llegar a ella debemos atravesar La Cuevona, una espectacular cavidad natural que no deja indiferente a nadie.
Una carretera asfaltada la atraviesa de extremo a extremo, y es el único acceso (a excepción del tren) para llegar hasta el pueblo. Circulamos despacio por ella y justo a la salida encontramos un pequeño aparcamiento y el letrero de inicio de la ruta. Aparcamos y antes de ir en busca de los molinos, decidimos recorrer a pie toda la cueva.

La Cuevona está perfectamente iluminada, lo que facilita nuestro paseo y nos permite observar cada recoveco al detalle.
Nada mas entrar el frío y la humedad se hacen notar, así que nos abrigamos y seguimos adelante con cuidado y pendientes en todo momento de los coches que pasan.
Nada mas entrar el frío y la humedad se hacen notar, así que nos abrigamos y seguimos adelante con cuidado y pendientes en todo momento de los coches que pasan.
A lo largo de sus 300 metros de longitud observamos infinidad de formaciones calcáreas, estalactitas, estalagmitas, coladas, grandes bóvedas, y un pequeño arroyo que discurre paralelo por uno de los laterales de la cueva.
Enseguida llegamos a la otra entrada y tras hacer unas cuantas fotos volvemos sobre nuestros pasos para comenzar la ruta de los molinos.
Ya fuera de La Cuevona, seguimos todo recto adentrándonos en Cuevas del Agua y fijándonos en las indicaciones que nos vamos encontrando.
Atravesamos el pueblo contemplando los hórreos bien conservados que hay y pasando por una zona con árboles frutales y huertas, donde las vacas pastan a sus anchas.

Dejando las últimas casas del pueblo atrás, llegamos a un sendero ancho que discurre entre el río Sella y las vías del tren.

Avanzamos hasta llegar a un puente con forma de arco. Pasamos por debajo de él y de las vías del tren, dejando el Sella atrás y despidiéndonos de él.

Enseguida llegaremos al pequeño Caserío de Santiago.
Vamos hasta el final y cruzamos una portilla metálica, la cual volvemos a cerrar a nuestro paso. Tras pasar unos árboles repletos de apetitosos kiwis asturianos nos encontramos con un arroyo, el responsable de suministrar agua a los antiguos molinos. Como vemos, en esta época baja con poca agua.

A partir de aquí el camino se estrecha y gana pendiente. Tomamos el camino de la derecha y nos vamos adentrando poco a poco en el bosque.




Tras varios metros, nos encontramos con un cartel de madera que nos indica el primer molino del día. Para bajar hasta él tenemos que esquivar varias ramas y es que la gran nevada del mes del octubre dejó en mal estado nuestros bosques con montones de ramas y árboles partidos.
Bajamos con cuidado y vemos que el molino está totalmente destruido. Un cartel nos avisa que no nos podemos acercar por peligro de desprendimiento. El arroyo baja casi seco a su lado.

Regresamos al sendero principal y avanzamos hasta llegar al segundo molino, el cual no está mucho mejor que el primero.




De nuevo volvemos al sendero y nos vamos en busca del tercero del día. Pasamos por una zona un poco embarrada hasta encontrarnos con el cartel.


Este molino, a diferencia de los demás, es el único que está restaurado, y con el arroyo a su lado, se crea un paraje un tanto mágico.




Tras una corta parada para comer seguimos la marcha hasta encontrar el siguiente (el cuarto). Bajamos por un caminito hasta el río para verlo de cerca.
El quinto molino pese a no estar restaurado se encuentra en mejor estado que los primeros. Nos acercamos a él y cruzamos el puente. Para nuestra sorpresa, vemos que la puerta está abierta, así que aprovechamos para echar un vistazo dentro.



Ya solo nos queda por ver el sexto molino y último del día, al cual llegamos enseguida. Está totalmente oculto por la maleza y el arroyo pasa seco por delante de el. Una pena porque con más cantidad de agua formaría una bonita cascada a sus pies.
Justo nada más llegar a este último, el "orbayu" hace acto de presencia y cada vez se pone más gris, así que en lugar de continuar hasta el pueblo de Tresmonte decidimos emprender el camino de regreso. a
Una pequeña tregua nos permite hacer una corta parada en la orilla del río Sella.
Una pequeña tregua nos permite hacer una corta parada en la orilla del río Sella.
Con el sonido del agua de fondo y la niebla empezando a caer sobre nosotros, damos por terminada la ruta de hoy.
¡Hasta la próxima!
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